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¿Por qué es necesario conocer el caso de Salango? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Richard Lunniss   
Jueves, 28 de Marzo de 2013 00:31

¿PORQUÉ ES NECESARIO CONOCER EL CASO DE SALANGO?
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¿PORQUÉ ES NECESARIO SABER LO QUE SUCEDIÓ EN SALANGO?
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RESCATANDO EL PATRIMONIO CULTURAL ECUATORIANO: EL CENTRO CEREMONIAL PRECOLOMBINO DE SALANGO

En un artículo anterior (Lunniss 2011a), presenté algunos de los temas más generales ilustrados por la evidencia arqueológica recuperada por el Programa de Antropología para el Ecuador en el sitio Salango, en la costa sur de la Provincia de Manabí, entre 1979 y 1989. El objetivo fue lo de indicar 1) la amplia gama de interés sustantivo y teórico del sitio a lo largo de sus 5,000 años de historia precolombina, 2) lo que se había logrado hacer con parte de los datos rescatados, y 3) lo que todavía faltaba estudiar. Ahora, quisiera enfocar el centro ceremonial que evolucionó durante los 1200 años de ocupación del Formativo Tardío y Desarrollo Regional (aproximadamente 600 aC a 600 dC), y enfatizar que es no solamente deseable que se cumpla con su descripción, análisis, y publicación, sino también, desde perspectivas cultural, científica, histórica y, además social, totalmente necesario.

Empecemos con las excavaciones. Cuando se descubrieron por primera vez los muros de arcilla y tumbas del recinto funerario Bahía II en 1982, no existía informe alguno en cuanto la excavación de la arquitectura ceremonial del período correspondiente en la costa ecuatoriana. Desde ahí, con la excepción de los hallazgos en Salango, la situación ha quedado prácticamente igual.

Pero como resultado del trabajo de campo en Salango, disponemos ahora de un registro detallado de los escenarios complejos y multi-dimensionales construidos para la actuación de ritos públicos  en el Formativo Tardío y Desarrollo Regional en un sitio pequeño pero clave de la costa central del Ecuador.[1] Específicamente, diferentes documentos han descrito y analizado: las etapas tempranas de las excavaciones (Norton et al. 1983);  la secuencia de estructuras del Formativo Tardío (Engoroy Medio y Tardío), del Desarrollo Regional Temprano (Bahía II y Guangala Temprana) y Medio (Guangala Media), y rasgos rituales asociados, incluyendo entierros humanos y ofrendas de artefactos, tal como fueron revelados en un cuarto posterior del sitio (Lunniss 2001; Lunniss y Mudd 1987);  las estructuras Formativo Tardío como se evidenciaron en la mitad anterior del sitio (Lunniss 2006); la configuración completa de las estructuras Formativo Tardío reconstruida en base a las evidencias combinadas proporcionadas por las diferentes áreas excavadas (Lunniss 2006, 2007a, 2007b, 2008); la cerámica asociada con las ocupaciones Formativo Tardío (Lunniss 2001) y Desarrollo Regional (Lunniss 2004); y el manejo ritual de figurines de piedra en el sitio durante la fase final del Formativo Tardío (Lunniss 2011b, 2011c).

Sobre todo, el estudio  de la arquitectura Formativo Tardío ha destacado el papel fundamental de las ofrendas (en forma de entierros humanos, de mamíferos y de aves, y deposiciones de artefactos de diferentes tipos) en la creación del espacio ceremonial. La investigación de las plataformas ceremoniales en Real Alto ya había apuntado la incorporación de ofrendas dedicatorias en el periodo Valdivia (Marcos 1988). Sin embargo, cuando se logró recrear el panorama completo de los varios pisos y plataformas Engoroy Medio (600-300BC) y Tardío (300-100BC),  la escala, el orden, la complejidad, y la variedad de sacrificios hechos en Salango se presentaron como pura sorpresa. Puesto sencillamente, tal imagen tan elaborada y extendida del papel de las ofrendas enterradas en la creación del espacio sagrado ha sido registrada por ninguna otra excavación en la costa ecuatoriana.

Se utilizaban estos sacrificios de dos maneras principales. Primero, fueron colocados debajo o dentro de los pisos, plataformas, muros de arcilla, y hoyos de poste que, en diferentes combinaciones, servían como elementos arquitectónicos del centro ceremonial en cada uno de sus sucesivos episodios. En esta colocación se  conformaba a reglas estrictas en cuanto la división y orientación del espacio, y las ofrendas confirmaban y re-esforzaban los conjuntos distintos de valores atribuidos a cada área y punto del espacio. Aunque se descubrieron otras dimensiones de la diferenciación espacial, fue especialmente fascinante encontrar un eje horizontal principal cuyo extremo suroeste, simbolizado por el Spondylus princeps, fue asociado con el sol descendiente, lo femenino, la muerte, y el color rojo, mientras su extremo noreste, simbolizado por una concha, Vasum caestus, fue asociado de manera complementaria con el sol ascendiente, lo masculino, el nacimiento (probablemente) y el color amarillo (o blanco amarillento).

Segundo, se efectuaban ofrendas después de la construcción inicial de la arquitectura super-terránea (vivida/vivenciada). Su posicionamiento diferencial también fue gobernado por los valores espaciales señalados por las ofrendas dedicatorias. Importantemente, los valores espaciales y direccionales fueron determinantes fundamentales en cuanto la ubicación y orientación de entierros humanos y, en el Engoroy Tardío, en cuanto la posición de deposiciones de figurines de piedra al nivel de la superficie del piso ceremonial. Consecuentemente, y más espectacularmente a través del caso de la plataforma funeraria del Engoroy Tardío y su asociado culto de figurines, podemos ver cómo se concebía, construía y utilizaba la arquitectura ceremonial como escena dinámica y siempre creciente para programas elaborados de acción e interacción ritual.

Al mismo tiempo, sin embargo, descubrimos que las ofrendas mismas se encontraban altamente ordenadas dentro de sus respetivos pozos de enterramiento. De hecho, el grado de precisión con que se colocaban los artefactos, a veces asombra. Esta estructura interior estuvo también ligada tanto a los principios más generales de organización espacial que gobernaban el diseño del sitio, como, más probablemente, a la estructura y al significado de los eventos míticos recreados en el rito, aunque hasta ahora no se ha investigado tal significación específicamente.

Finalmente, durante el análisis volvió ser aparente que las ofrendas sacrificiales sobrevivientes incluían no solamente artefactos grandes, completos y sofisticados (es decir lo que típicamente se selecciona para la exposición museológica), sino también fragmentos de artefactos y hasta materiales naturales completamente sin trabajar (los cuales nunca se exhiben)[2]. Por ejemplo, entre las ofrendas había muchas instancias de conchas marinas desgastadas más probablemente recolectadas en la playa y enterradas sin modificación alguna de su forma exterior, y simples fragmentos pequeños de concha y piedra. De igual manera, fue evidente que hasta deposiciones de artefactos individuales o de grupos de artefactos, careciendo tanto de una estructura interna como de (para el ojo no habituado) valor intrínseco, muchas veces, sino siempre, eran conscientemente situadas ofrendas. En el Engoroy Tardío por ejemplo, colecciones de tiestos cerámicos, herramientas de piedra comunes o fragmentos de éstas, huesos, conchas y otros materiales, que de otra manera hubieran sido más probablemente interpretadas como “basura”, algo de ningún valor o función que había sido simplemente descartado, terminó de entenderse como sacrificios intencionalmente enterrados, realizados como elementos de eventos rituales más extendidos cuyos demás indicadores arqueológicos incluían tanto fogones como enterramientos humanos. Y en vista del contexto general de deposición en el sitio, hasta una sola cuenta de concha descubierta dentro de un hoyo pequeño también podría haber sido originalmente una deliberadamente colocada ofrenda.

El caso de Salango, por ende, es significante como ejemplo de cómo se elaboraba el espacio sagrado mediante la construcción de arquitectura en la superficie, y el despliegue de sacrificios debajo de la tierra, la disposición tanto de los elementos super-terráneos visibles como de las invisibles ofrendas subterráneas conformándose con un sistema compleja de organización que representaba, a su vez, un sistema simbólico no menos elaborado de valores cosmológicos. Debe alertarnos, entonces, a la probable naturaleza de otros sitios ceremoniales en la costa y otras partes, ya excavados o todavía por estar estudiados. En especial, requiere que, en futuras excavaciones, se preste más atención al registro de las ubicaciones exactas de todos los artefactos descubiertos en contextos estructurados o potencialmente estructurados.

Todavía esperados en Salango, sin embargo, son los informes sobre la evidencia para las mitades delanteras de las estructuras ceremoniales del Desarrollo Regional, una reconstrucción completa de cada una de las estructuras del Desarrollo Regional, y una descripción y análisis de los entierros humanos asociados con ellas. Mientras la descripción de los espacios ceremoniales del Formativo Tardío haya ya aportado un conjunto grande de datos nuevos al registro publicado, el estudio preliminar de los 12 episodios subsecuentes de construcción y uso de recintos y plataformas rituales indica que 1) hubo una reconfiguración significativo del centro y de su función al inicio de las etapas Bahía II-Guangala Temprana y Guangala Mediana, 2) las estructuras Bahía II-Guangala Temprana en especial representaron un concepto completamente nuevo en cuanto la arquitectura funeraria, y 3) la re-invención del centro ceremonial en tiempos Bahía II expresó un reordenamiento de la sociedad humana y de su relación con el mundo de los espíritus.

Materialmente, los recintos funerarios Bahía II-Guangala Temprana consistían de muros de arcilla, basados en trincheras de forma de U, alrededor de un espacio cuadrado accedido mediante una entrada en la mitad del lado noreste. Los recintos medían hasta alrededor de 13 m por 13 m, pero más allá de los muros se extendía un piso ceremonial que rodeaba el centro propio en todas las direcciones. Los muros se elevaban encima de la superficie de este piso por hasta 50 cm, y, en por lo menos un caso, el muro tenía su cara exterior escalonada.

En adición, el espacio central estaba definido por postes de madera colocados alrededor del exterior, o encima, del muro delantero y de los dos muros laterales. Y como el alto, el ancho, y la forma de los muros se cambiaban de un episodio al próximo, de igual manera el número, el tamaño, y la disposición de los postes también se alteraban. En un momento, la cerca consistía de filas paralelas de postes de tamaño menor colocados más cercanamente; y en otro, los postes eran una sola fila de columnas masivas, puestas en hoyos de 2 m de profundidad y a distancias de 2.50 m, que se elevaban tal vez 7 m por encima del piso. Estos postes más grandes, de hecho, eran los precursores de postes ceremoniales manteños tales como aquellos descubiertos por Zevallos (1995) en la Cordillera Chongón-Colonche, y aquellos indicados por hoyos (y restos de madera) excavados por Marcos (1981) en Loma de Cangrejitos, en la Península de Santa Elena.

Pero la construcción de los postes masivos Bahía II en Salango involucró, primero, la colocación de una piedra grande en el fondo de cada uno de los hoyos respectivos. Las piedras funcionaban, en términos estrictamente materiales, como soportes para los postes, cuyo peso enorme de otra manera pudiera haberles clavado aún más profundamente en la matriz arenosa blanda de los suelos debajo de ellos. Tenían, sin embargo, una función o valor también simbólico.

Puesto que los artefactos de piedra eran de dos tipos. Aquellos debajo de los postes en el lado noroeste, que se dirigía hacia el mar, eran todas anclas, mientras ellas de lado SE, mirando hacia el interior de la tierra continental, eran metates. Su referencia simbólica es a la vez sencilla y poderosa: esencialmente, establecen un dualismo fundamental en la base tanto de la arquitectura del centro mismo como, por extensión, de la sociedad cuya identidad iba empotrada en esa arquitectura.  Este dualismo, mínimamente, organizaba el mundo en términos del mar en un lado, y de la tierra, en el otro, pero sin duda alguna se desenvolvía en una serie de conceptos relacionados que todavía falta extrapolar. Vale notar, mientras tanto, que ésta es la más temprana instancia registrada hasta ahora, en la arquitectura precolombina de la costa ecuatoriana, de símbolos que hablan explícitamente del mar y tierra en términos de una estructura de oposición.

Al mismo tiempo, sin embargo, estos objetos aseveran las nuevas habilidades y capacidades de la sociedad Bahía II. Las anclas, bloques redondeados con ranuras trasversales para sostener las sogas, son del tamaño de anclas manteñas asociadas con grandes balsas, aunque las anclas más tardías incluían también formas triangulares con un hueco perforado por una esquina para amarrar la soga. Se ha mencionado que los postes sostenidos por las piedras eran los ancestros de construcciones manteñas similares. Más aún, las anclas Bahía eran, muy probablemente, parte del equipo de balsas navegadas fuera de la costa ecuatoriana 1500 años antes de la conquista española, y representan, si no el inicio de la navegación en balsa, que tal vez ocurrió aún más tempranamente, luego por lo menos su emergencia como elemento clave tanto de la organización económica como de la identidad cultural en la costa.

Segundo, los metates Bahía son de un tamaño y de una calidad sin par entre los ejemplares Engoroy más tempranos, y parecerían representar un avance en cuanto la importancia del procesamiento de la comida y, por ende, de la agricultura, paralelo a aquello observado en relación a la navegación maritima. Tercero, las anclas y los metates representan una nueva confianza y avance técnico respeto la manufactura de artefactos de piedra. Juntos, entonces, los dos tipos de artefactos de piedra simbolizan no solamente los dos dominios principales del mundo natural, sino también aspectos centrales de desarrollo dentro de estas zonas de acción.

Este resumen breve del recinto funerario Bahía II ofrece, es de esperar, un sabor de la evidencia proporcionada por el sitio, y de la calidad de la historia que se puede derivar de su estudio. La explicación detallada de los entierros humanos ubicados dentro del recinto será no menos valiosa. Porque aunque muchos cementerios del Desarrollo Regional han sido excavados en la costa, tendemos a carecer de descripciones completas, y mientras existen estudios muy útiles de los artefactos descubiertos en los cementerios, no siempre pasa que los artefactos se describen en relación a las tumbas con que específicamente estuvieron asociados. En los peores de los casos,  el conocimiento sobre los sitios es poco más que anecdótico.

El Desarrollo Regional se caracteriza por la presencia de cementerios de la elite que se utilizaban para definir puntos clave de la geografía sagrada. El más famoso de éstos se encuentra en La Tolita (Valdez 1986, 1987, 1992), pero por el huaqueo del sitio resulta que el registro arqueológico creado mediante la investigación científica queda muy reducido. Lamentablemente, no hay idea en cuanto la naturaleza del cementerio de Bahía de Caráquez, proveniencia de los primeros artefactos cerámicos  descritos y atribuidos a la cultura Bahía (Huerta 1940). Hacia el sur desde Salango, un cementerio Guangala temprana asociado con un área de ocupación residencial en Valdivia ha sido publicado con una descripción completa de las tumbas y sus contenidos (Stothert 1993). Elaboradas tumbas de la fase Guayaquil en San Pedro de Guayaquil fueron publicados en menos detalle, pero con descripciones valiosas de la cerámica y otros artefactos (Parducci and Parducci 1970, 1972, 1975). Otros cementerios están reportados (Piana and Marotzke 1997) en Salitre, en la cuenca inferior del Río Guayas, y en Campo Alegre y Punta Brava en Isla Puná, pero las descripciones de las tumbas son muy breves y, desafortunadamente, los materiales recolectados se perdieron en un incendio. Para un cementerio Jambelí  en San Lorenzo del Mate (Ubelaker 1983), al oeste desde Guayaquil, hay una lista publicada de los artefactos asociados con cada tumba, y una discusión muy interesante respeto ciertos artefactos relacionados al consumo de la coca (Ledergerber 1992, 1997), aunque falta todavía un análisis completo en cuanto la estructura del sitio. En La Libertad, tumbas Guangala asociadas con dos plataformas residenciales se describieron como parte de la definición inicial de esta cultura (Bushnell 1951). Finalmente, en el sur de Manabí, a un importante cementerio localizado en Joá se le da una breve mención sugerente (Holm 1969), pero mientras una colección de artefactos recuperados ahí se encuentra guardada en las reservas del MAAC, en Guayaquil, no hay descripción alguna hasta ahora ni del sitio ni de la gran mayoría de los artefactos. Y por el necrópolis extensivo de Salaite, ubicado unos pocos kilómetros hacia el norte desde Salango y probablemente el sitio ceremonial más grande de la costa central durante el Desarrollo Regional, no ha habido estudio alguno tampoco. Mientras tanto, sus ofrendas espectaculares  se encuentran, en parte, tanto en las vitrinas Bahía de la sala principal como en la Sala de Oro del museo de la Casa de la Cultura en Quito[3].

La lista de cementerios del Desarrollo Regional de la costa no pretende ser exhaustiva, pero sirve para sugerir cuán valioso sería que los datos de Salango sean estudiados y publicados. El trabajo demostraría, como mínimo, que tal estudio realmente sí es factible. Más aún, sin embargo, abriría nuestros ojos a la nueva visión  del mundo que se manifestó a través de la práctica ritual de aquellos tiempos.

Mientras tanto, aunque se ha presentado en los informes publicados o archivados muchos datos respeto el Formativo Tardío, ha sido necesario limitar  la discusión en cuanto varios aspectos importantes a un tratamiento relativamente ligero. Por ejemplo, todavía necesitamos análisis detallados de los entierros humanos Engoroy y de aquellas ofrendas estructuradas que no incluían los figurines de piedra; y una revisión de los figurines de todas las zonas de Salango, tanto dentro como fuera del núcleo del recinto ceremonial, ayudaría a entender la gama completa de representaciones presente. De igual manera, se requiere una evaluación de los aspectos funcionales de la cerámica, con el análisis e interpretación de los diseños pintados en las vasijas finas de etiqueta (Lunniss 2012b) y las vasijas de cocina, y el estudio comparativo de los artefactos de piedra verde. Y es menester que se investigue la gran cantidad de artefactos de concha marina y los artefactos de piedra tallada (Mudd 1987).

El análisis hasta ahora, entonces, ha tendido a enfocar contexto, secuencia, estructura y asociación, en un lado, y la iconografía y el simbolismo de ciertos artefactos culturales más elaborados en el otro, aunque se ha prestado cierta atención a los componentes faunísticos asociados principalmente, pero no exclusivamente, con la dieta (Béarez 1996, Béarez 1998, Béarez y Lunniss 2003). Esta situación se radica en dos consideraciones.

Primero, sin el pleno entendimiento de contexto, el significado de los resultados de cualquier análisis material o técnico de los artefactos sería muy limitado. La colección de datos no tendría orden alguno, no habría manera para identificar el sentido de diferencia, ni habría clave alguno respeto la asociación simbólica o función ritual precisa. Segundo, generalmente ha habido pocos fondos (y muchas veces nada) para cualquiera clase de trabajo. Por ende, desde el inicio, fue decisión consciente enfocar la reconstrucción del sitio y la elaboración de un esquema espacio-cronológico. En un futuro ideal, tal esquema aportaría y justificaría tanto la investigación sistemática y general de los artefactos asociados, como estudios más especializados tales como en análisis petrográfico de la cerámica y la identificación de las fuentes de obsidiana y otras piedras coloreadas importadas.

El caso de las anclas y los metates ya mencionados es instancia excelente tanto del potencial de los artefactos para el análisis simbólico y su interpretación, como de la necesidad para el estudio material que permitiría la realización más adecuada de tal interpretación. Falta todavía la evaluación  completa de las características morfológicas de los artefactos y de su geología y fuentes de origen. No menos importante sería el análisis de los residuos todavía adherentes a los metates, para ayudar en la determinación de los tipos de comidas que se procesaban. Algunas de las piedras parecen haberse utilizado en un momento como anclas y en otro como metates, y es necesario comprobar esta observación preliminar y definir el orden de uso.  Sería interesante emprender un estudio comparativo con el objetivo de evaluar el avance tecnológico representado por los objetos de piedra respeto los correspondientes artefactos anteriores del Formativo Tardío. Otro estudio investigaría las similitudes y diferencias que se encuentran en rasgos manteños comparables.

Segunda meta paralela ha sido simplemente llamar la atención del mundo científico, de las autoridades correspondientes, y del público ecuatoriano en general, a la existencia del extraordinario conjunto, complejo y bien preservado, que se descubrió por medio de las excavaciones, y de esa manera garantizar, idealmente, al apoyo necesario para la conservación tanto del registro de sitio como de los restos materiales rescatados. Sitios como Salango no nos llegan tan frecuentemente, y es tal vez difícil apreciar cuán diferente es la calidad de información que nos proporciona – o que podría proporcionarnos una vez que sea completamente reportado.

Además, Salango es un sitio pequeño. Y aunque está a solo 100 m de la Ruta de Spondylus, queda distante de los centros poblacionales mayores de la costa. Más aún, el área del centro ceremonial precolombino se encuentra ahora completamente enterrada debajo de una fábrica de harina de pescado, sin indicio alguno en cuanto su existencia. Es, entonces, no solamente sicológicamente remoto, sino también físicamente invisible, y no solamente invisible, sino hecho invisible.  Gran parte del trabajo ha sido, efectivamente, intentar crear una imagen positiva del sitio capaz de resistir el proceso lento pero implacable de olvido, que de otra manera amenaza su existencia como elemento de la historia antigua del país.

Ha sido en adición importante comunicar algo del valor del sitio como fuente de conocimientos no solamente en cuanto los rasgos materiales de las culturas arqueológicas identificadas ahí, sino también respeto las esferas más abstractas de la cosmología e ideología (Stothert 2003). Una de las necesidades más  urgentes es el estudio de la iconografía descubierta en la cerámica asociada con las tumbas Bahía II-Guangala Temprana. Estas vasijas están decoradas, a través de diferentes medios que incluyen la pintura iridiscente, la pintura negativa, y el modelaje, con una variedad de imaginería. Algunas de las representaciones son completas, otras más parciales o estilizadas. Combinadas, sugieren que la casa subterránea definida por las bases de los postes de madera y las trincheras de los muros de arcilla, estaba habitada no solamente por los difuntos humanos tan cuidadosamente colocados en sus tumbas respectivas, sino también por un número de poderosos seres espirituales. Estas criaturas, además, conformaban una fuerza nueva dentro del ambiente religioso del área, y señalan un cambio dramático en cuanto la percepción de los poderes ocultos del cosmos y su relación con la sociedad humana.

Pero volveremos al tema de contexto. Mucho trabajo reciente sobre la arqueología del Formativo ecuatoriano ha visto el uso de la etnología comparativa en el análisis de los artefactos ceremoniales y religiosos y de la iconografía. Tal analogía es una adición sumamente valiosa al repertorio de herramientas interpretativas apropiadas, pero tiende a dejar los datos arqueológicos antiguos en la sombra de los modelos, derivados de las sociedades contemporáneas o históricas, y muchas veces brillantemente ilustrados, que se utilizan para explicarlos. Además, puede dejarnos ciego respeto las posibilidades proporcionadas por los sitios arqueológicos mismos para el análisis contextual extendido y detallado. En Salango, pero no únicamente en Salango[4], encontramos artefactos, muchos de ellos previamente conocidos solamente mediante sitios huaqueados o muy pobremente registrados, en el contexto preciso de su uso y deposición final, asociados con otros artefactos, con acción ritual y de otra índole, y con el orden arquitectónico. Es posible, entonces, utilizar estas diversas asociaciones en el proceso de desenredar el significado de las ofrendas y de los demás objetos descubiertos en el sitio. Podemos construir una red cada vez más extensa de referencias que demuestran de qué manera se empleaban la cerámica, los figurines, las cuentas, y las conchas, individualmente o en combinación, y cómo las combinaciones diferentes se encuentran asociadas con zonas específicas del sitio y con otras combinaciones de artefactos y rasgos.

Más aún, estos contextos rituales se encuentran dentro de una secuencia cronológica de ocupación ceremonial del sitio. Es posible, entonces, trazar la historia de uso de tipos de artefactos, materiales, colores, formas, y asociaciones, frente a una historia de cambio en cuanto el espacio arquitectónico y el comportamiento ritual, y de esa manera agregar otra dimensión a su estudio (Lunniss 2012a). Podemos ver, por ende, que el material no es solamente un conjunto de objetos destinados a una rutinaria clasificación tipológica, sino más bien el producto de acción e interacción humana a través del tiempo, acción e interacción conducida, además, en un lugar particular específicamente construido para estos actuaciones rituales. Y finalmente, podemos ubicar la historia de Salango en los contextos cada vez más amplios de la política, religión y economía local, regional y supra-regional.

Sugerir que podemos determinar el significado entero del sitio y de sus componentes sería presuntuoso, mal-considerado, y, de hecho, simplemente erróneo. Pero sí podemos crear una imagen, o serie de imágenes, que ligan el sitio, sus rasgos y sus contenidos al paisaje que los rodea. Podemos utilizar la analogía arqueológica, etnohistórica y antropológica para ayudarnos desarrollar nuestra comprensión de la intención probable al atrás de las acciones que nos han dejado el sitio como su registro. Pero más importante de todo, podemos utilizar la estructura inherente en los datos arqueológicos de un sitio de larga historia y profundo significado simbológico, para crear un contexto de un orden y de una complejidad suficientes para que actúe como contra-peso a, y que se eleva contra, los modelos importados al sitio desde afuera. En otras palabras, podemos esperar desarrollar modelos de la cosmología e ideología de las sociedades de la costa central que reflejen las repuestas locales a los desafíos de la existencia humana, incluyendo, por supuesto, las adaptaciones locales de más ampliamente compartidas tradiciones filosóficas y religiosas.

Para resumir, el sur de la Provincia de Manabí, mientras se lo reconoce principalmente por su señorío manteño de Çalangome, tiene una trayectoria de ocupación antigua que se extiende mucho más allá en el tiempo. Sus bosques, colinas, playas, puntas e islas eran los escenarios de extraordinarias e intricadas ceremonias religiosas que evolucionaron en base a una comprensión y apreciación vivida de aquellas formaciones y de las criaturas que las habitaban. La continuación del estudio del registro de centro ceremonial Formativo Tardío y Desarrollo Regional de Salango revelará mucho nuevo material sustantivo respeto la historia de la arquitectura  y ritualidad en la costa ecuatoriana, aportará significativamente a nuestro conocimiento cerca de las prácticas funerarias precolombinas, y, por supuesto, proveer una perspectiva invalorable sobre los origines de los manteños. Por medio de la calidad propia de los datos, habrá una alteración y profundización de nuestros conceptos respeto la creación, el manejo y el uso del espacio sagrado en tiempos pasados. En especial, tendremos a nuestra disposición un conjunto importante de datos sobre los patrones antiguos de pensamiento que se desarrollaron en un lugar específico en la frontera entre los mundos terrestres y marinos. Y será observado de qué manera la visión local de la sociedad humana fuera empotrada en la experiencia de esta tierra y este mar. En breve, será posible conocer y habitar este paisaje con mayor comprensión y sensibilidad.

Sería una equivocación terrible si la investigación del centro ceremonial de Salango se termine con nada más que lo que sabemos ahora, por lo valioso que sea este. Sería una gran pérdida injustificable de tanto tiempo, dinero, labor, capacidad, compromiso y pasión, si se permite que el registro del sitio, tan cuidadosamente creado a través de tantos años por tantas personas, simplemente se pudra, y que toda memoria se desvanezca. Es inaguantable pensar que Salango podría ser solo un sitio más para agregar a todos los otros sobre los cuales las futuras generaciones suspirarán: “¡Ojalá que habían escrito y publicado sus informes finales! ¿Qué verdaderamente sucedió en Salango? ¿Qué fue su historia?” ¡Y qué pérdida para Salango mismo! ¿Podemos realmente permitirnos el lujo de tal pérdida? ¿Somos verdaderamente capaces de mostrar tal falta de respeto a aquellas personas cuya fe antigua nos encargó con este único y maravilloso legado?

Notas :

[1] Mientras el sitio Palanda de la cultura Mayo Chinchipe en la ceja oriental del Cordillera Condor (Valdez 2007a, 2007b, 2011; Valdez et al. 2005) es adición muy importante, hasta revolucionaria, a los conocimientos sobre el Formativo Temprano, es también de valor para fines comparativos en ubicar la tradición costera más tardía, representada por Salango, en un contexto más amplio. Sobre todo, demuestra que mientras había ciertos conceptos compartidos en cuanto el universo, las expresiones locales de éstos varían enormemente.

[2]Textiles, cestería, artefactos de madera, semillas, hojas y otras partes de plantas, y comidas y bebidas también hubieran sido incluidas como ofrendas, pero por lo general no se han conservado. En ese contexto, sin embargo, los restos macro-botánicos recuperados de las muestras de suelo, y los residuos en las superficies de las herramientas de piedra, podrían, si algún día llegarán al laboratorio, proveer datos valiosos respeto la producción y procesamiento de la comida.

[3] Un número pequeño de cuencos cerámicos de Joá y Salaite, con diseños realizados en pintura iridiscente, fue elemento central de la exposición “Luz, Color y Diseño en la Visión Precolombina”, presentado en el MAAC en Guayaquil, entre agosto 2012 y abril 2013.

[4] Palanda es otro excelente caso pertinente.

Referencias citadas :

Béarez, Philippe. 1996. Comparaison des Ichthyofaunes Marines Actuele et Holocène et Reconstitution de l'Activité Halieutique dans les Civilisations Pré-Colombiennes de la Côte du Manabí. Tesis de doctorado, Muséum National d'Histoire Naturelle, Paris.

Béarez, Philippe. 1998. First Archaeological Indication of Fishing by Poison in a Sea Environment by the Engoroy Population at Salango (Manabí, Ecuador). Journal of Archaeological Science 25:943-948.

Béarez, Philippe, y Richard Lunniss. 2003. Scombrid Fishing at Salango (Manabí, Ecuador) during the First Millenium B.C. En, A.F. Guzmán, O.J.Polaco & F.J. Aguilar (eds.), Proceedings of the 12th meeting of the Fish Remains Working Group of the International Council for Archaeozoology, 4-8 September 2003, Guadalajara, México: 27-32.

Bushnell, G.H.S (1951) The Archaeology of the Santa Elena Peninsula in Southwest Ecuador. Occasional Publication of the Cambridge University Museum of Archaeology and Ethnology, No. 11. Cambridge University Press.

Holm, Olaf. 1969. Cortadura a Piola (una Técnica Prehistórica). Joá Vol. 1. Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Guayas, Guayaquil.

Ledergerber Crespo, Paulina. 1992. El Uso de la Coca durante el Período de Desarrollo Regional en el Ecuador. En Betty J. Meggers (ed.), Prehistoria Sudamericana: Nuevas Perspectivas, pp. 369-381. Taraxacum.

Ledergerber Crespo, Paulina. 1997. Implicaciones de las Ofrendas en un Cementerio Jambelí, en la Costa del Ecuador. Sarance 24: 99-118.

Lunniss, Richard. 2001. Archaeology at Salango, Ecuador: an Engoroy Ceremonial Site on the South Coast of Manabí. Tesis doctoral, University of London. University Microfilms International, Ann Arbor, Michigan.

Lunniss, Richard. 2004. La Cerámica del Desarrollo Regional Temprano del Sitio OMJPLP-141B-T3, Salango. Manuscrito para publicación entregado al Museo de Antropología y Arte Contemporáneo, Guayaquil.

Lunniss, Richard. 2006. La Interpretación y Evaluación de la Secuencia de Estructuras Ceremoniales del Formativo Tardío del sitio Salango OMJPLP-141B. Manuscrito para publicación entregado al Museo de Antropología y Arte Contemporáneo, Guayaquil.

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Lunniss, Richard. 2011b. Los Ancestros y el Mito de Origen: una Interpretación de los Figurines de Piedra Asociados con una Plataforma Funeraria del Engoroy Tardío en el Sitio Salango, Provincia de Manabí. Ñawpa Pacha 31(2): 153-170.

Lunniss, Richard. 2011c. Los Ancestros y el Mito de Origen: una Interpretación de los Figurines de Piedra Asociados con una Plataforma Funeraria del Engoroy Tardío en el Sitio Salango, Provincia de Manabí. Revista Nacional de Cultura 15-16, Tomo III, pp. 577-594. Quito.

Lunniss, Richard. 2012a. “Una Narrativa Etnográfica Precolombina: la Arqueología del Sitio Salango”. Ponencia presentada en el Museo de la Casa del Alabado, Quito, 25 de abril de 2012.

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Última actualización el Domingo, 07 de Abril de 2013 10:07
 

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