A las 08:00 como todos los días laborables, los funcionarios del Ministerio de Cultura llegaron a su nuevo edificio, ubicado en la av. Colón. Todo parecía normal, pero en realidad el ambiente estaba tenso. Por los diferentes pisos del edificio se murmuraba que el ministro de Cultura, Antonio Preciado, había puesto su renuncia irrevocable ante el presidente de la República, Rafael Correa.

Leer el artículo completo en El Comercio