El árbol sagrado (axis mundi) |
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Written by Francisco Valdez |
Thursday, 23 July 2009 13:30 |
There are no translations available at this moment. Thanks for your comprehension. El objeto que se representa en esta ocasión es un recipiente “cargado de significado”, que brinda al que sabe leerlo una visión muy concreta sobre la cosmogonía (concepciones sobre el mundo -visible e invisible- y los mecanismos que gobiernan la vida, la muerte y el más allá) de la sociedad la Tolita – Tumaco. Se trata de un recipiente de cerámica, dotado de un cuello largo, casi completo. Desgraciadamente, le falta el extremo superior, es decir la boca por la que llena o se vacía su contenido. La forma geométrica funcional (un cuadrado cilíndrico con la base más ancha que la abertura) es bastante común en el cuerpo cerámico Tolita. En cambio su forma “figurada” es, desde todo punto de vista, única y muy original. Se trata de la representación plástica de un árbol, o más concretamente, del tronco de un árbol mágico. La representación de las raíces tablares en sus cuatro esquinas hace una alusión inequívoca a un árbol propio de los humedales de la selva tropical cuya copa, en la parte superior, ha desaparecida. Las figuras que reposan en su base, o que aparecen en los altos del tronco, dan cuenta del carácter velado y exegético de este madero. El recipiente presenta cuatro caras, con representaciones naturales y sobrenaturales propias de la ideología imperante en esa sociedad. En una de las caras aparece, en la base, una serpiente enroscada; sobre ésta y a media altura del tronco, se observa un mascaron antropomorfo, de cuya cima se proyectan dos culebras hacia lados opuestos. En la cara adjunta vuelve aparecer la representación de la cabeza de un individuo ataviado con sendas orejeras, nariguera y collares que denotan a un personaje de estatus. Sobre el lado contiguo sólo quedan los restos de las manos (o patas) de una figura sobrepuesta, que se ha desprendido del cuerpo. La dirección y la actitud de las manos hacen pensar en un individuo que se acerca, trepando por el tronco, hacia la figura que aparece en la última cara del recipiente. No se sabe si la figura era humana o animal, pero en la base hay igualmente huellas de los pies del ser ausente. El último lado presenta una figura que emerge de un orificio modelado y figurado en el tronco. Desgraciadamente, la cabeza de esta imagen se ha quebrado y su identidad no está clara, a pesar de ser la figura central del recipiente. Por la forma del cuerpo y la posición de las patas delanteras se puede pensar que se trata de un felino (similar al que aparece en esta misma posición en otro objeto de la misma sociedad, ver figura siguiente). Ahora bien, ¿cuál es el significado de esta representación? ¿De qué árbol se trata? ¿Por qué hay símbolos esotéricos en este árbol? ¿Por qué un recipiente en forma de árbol? La iconografía de la sociedad Tolita está cargada de símbolos con elementos de la naturaleza que hacen alusión directa al universo sobrenatural, al mundo de los espíritus, al ámbito de las fuerzas del cosmos. El felino, por ejemplo no sólo representa al animal más poderoso de la selva, sino que es la representación misma de la fuerza, del poder; es el guardián del universo. La serpiente, elemento anfibio, misterioso y siempre muy peligroso, está asociado al inframundo. Por su forma fálica está a menudo asociado a la fecundidad; al mismo tiempo es el símbolo del poder oculto, del poder que es capaz de dar la muerte o de restaurar la vida. El brujo, o el chamán, siempre está asociado al poder de la serpiente, pues es él quien lo domina, con quien se comunica, o en quien se transforma. El mascaron antropomorfo, con las dos serpientes que salen de la cabeza parece ser una clara alusión a este personaje. Los adornos corporales que ostenta reflejan su importancia dentro de la sociedad Tolita. El papel del árbol como soporte es muy interesante, por un lado hace referencia a la selva, lugar misterioso donde residen las fuerzas del universo (el felino, la serpiente, las águilas, los caimanes, etc.). Por otro lado, la presencia de estos elementos simbólicos en el tronco parece implicar el valor sagrado que tiene el árbol. El felino parece residir en su interior, la serpiente se enrosca en su base y el brujo se arrima para transformarse o para asumir los poderes del mundo sobrenatural. En suma, el árbol se erige recto y sólido, es el medio por el cual el poder se manifiesta. Es el axis mundi, o el eje físico que comunica el mundo natural con el mundo sobrenatural, a través de él se da el contacto con los espíritus, con los ancestros e inclusive con los dioses que habitan la otra esfera de la realidad. El árbol sagrado es el eje que emerge del centro del mundo y que une todas las fases de la vida. Con Olaf Holm* se identificó al árbol de este recipiente como un ceibo tropical, de la familia de las Bombáceas, más probablemente la Ceiba pentandra, pues la Ceiba thonnerii es nativa de ambientes más secos. Para muchos pueblos prehispánicos este era el árbol sagrado por excelencia. Para los mayas, por ejemplo, era inclusive el origen de su pueblo y por eso suponían que en el tronco residían los espíritus de sus antepasados. Sus raíces bajaban al inframundo y su copa sostenía los cielos. El representar a este árbol en cerámica fue un acto de fe, el usarlo como un recipiente fue parte de un rito vinculado a ese acto de fe. El contenido del recipiente era tan importante como el recipiente mismo (el significado y el significante) y probablemente tenía relación con un acercamiento al axis mundi representado. Era sin duda un líquido que permitía el acceso al mundo de los espíritus. Sostener y “consumir” el árbol sagrado fue probablemente una de las maneras de entrar en contacto con el más allá. Este objeto forma parte de la colección del Museo del Banco Central del Ecuador (Quito # LT-1-84-80), desafortunadamente no tiene un contexto cultural seguro, pues como el 99% de los objetos arqueológicos de La Tolita fue sacado por huaqueros, con el único fin de venderlo al mejor postor. Durante las décadas de los años 1970 a 1990, el mercado internacional de objetos precolombinos inundó el país de traficantes que sacaron ilícitamente del Ecuador miles de objetos patrimoniales. El museo nacional contrarrestó esta acometida recuperando una cantidad importante de los bienes saqueados. Estos constituyen ahora los fondos activos del futuro Centro Nacional de la Memoria. Es deber de los arqueólogos responsables tratar de dar un contexto cultural a objetos como este. Cada uno de ellos tiene un contexto latente, pero para descubrirlo se necesita trabajo y dedicación. Mucho trabajo de análisis, de registro, de identificación de las partes constitutivas de la iconografía. Sólo así se puede reconocer los elementos simbólicos y diferenciarlos de los puramente estilísticos. La observación y la comparación de los factores recurrentes llevan a formular hipótesis que deben ser confrontadas sistemáticamente para poder hacer intentos de verificación en contextos análogos. En las ciencias del pasado no hay certezas, solo hay residuos de hechos sociales sujetos a constatación. La analogía etnográfica, el estudio de los mitos, el análisis de los ritos y el conocimiento amplio de las fuentes etnohistoricas son los instrumentos que se usan usualmente para descifrar los enigmas y comprender las metáforas que expresan los objetos arqueológicos. Las colecciones de museos son bibliotecas que hay que consultar continuamente. Son referencias visuales y semióticas de los antiguos modos de pensar, de sentir y de vivir sus creencias. Nadie rechaza un libro por que éste ha sido “robado de su contexto original”, pero si hay quienes hoy no quieren “tocar” los objetos del pasado que no han salido del contexto de una investigación científica. Se justifican diciendo que así se frenara la destrucción de los contextos arqueológicos. ¡Qué ilusos!, como que si al huaquero le importara lo que haga, o lo que deje de hacer el arqueólogo. Los museos en sí no fomentan la huaquería. Los objetos de los museos no importan, lo único que importa verdaderamente es el mensaje que da el museo. Los objetos de las colecciones de museos tienen un valor intrínseco que hay que saber apreciar, que hay que aprender a leer. Es por esto que hoy presentamos esta pieza fragmentada, incompleta casi en todo sentido. A primera vista no es de una belleza cautivante, pero en la observación y en la comprensión de sus detalles está todo su merito. Los contextos se recrean con la accion, denegar eso es olvidar la importancia de otras disciplinas como Historia del Arte o Arqueometria (que se enfocan sobre los artefactos) para el conocimiento del pasado. * Olaf Holm (1994) Navegación Precolombina, la Ceiba y la fabricación de canoas autóctonas, en K. Stothert (ed.), Lanzas Silbadoras y otras Contribuciones de Olaf Holm al Estudio del Pasado del Ecuador, p. 114, fig. 8.6.4. Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo, Banco Central del Ecuador, Guayaquil, 2007. |
Last Updated on Thursday, 14 January 2010 16:13 |